Rezar es poderoso, pero la intercesión lo lleva a un nivel superior. Es como ser la voz de otros cuando hablas con Dios.
Cuando rezamos, a menudo se trata de lo que necesitamos o queremos. La intercesión, en cambio, es una forma específica de oración en la que nos presentamos ante Dios en nombre de otra persona. Se trata de ser un defensor espiritual de los demás, y cuando intercedemos por una nación, nos convertimos en defensores de ese país y de su gente.
La intercesión abre las puertas a la transformación, y no sólo de individuos, sino de naciones y países enteros.
2 Crónicas 7:14 (NVI): "Si mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, se humilla, ora, busca mi rostro y se convierte de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra".
La intercesión también puede ser una forma de guerra espiritual contra las tinieblas para traer luz y esperanza a una nación.
Efesios 6:12 (NVI): "Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo tenebroso y contra las fuerzas espirituales del mal en las regiones celestes."
La intercesión puede propiciar un proceso de sanación para las naciones abrumadas por conflictos, sufrimientos o injusticias. A través de nuestras oraciones, invitamos al toque sanador de Dios.
Salmo 107:20 (NVI): "Envió su palabra y los sanó; los rescató de la tumba".
Conoce el lugar y la gente: Antes de comenzar a interceder por una nación, tómate un tiempo para entenderla mejor. Investiga datos, lee artículos, habla con gente de ese país o visítalo si es posible. A menudo encuentro que cuando conozco el lugar o la gente - cuando puedo imaginarme sus caras - puedo orar más fácilmente por ellos.
Busca la dirección del Espíritu Santo: Ora pidiendo la dirección del Espíritu Santo sobre cómo orar por esa nación. Pida sabiduría y perspicacia sobre las necesidades y problemas específicos que enfrenta la nación.
Ora por la nación y su gente: Levanta la nación ante Dios, ora con gratitud, esperanza y bendiciones. Díle a Dios qué, de esta nación, agobia tu corazón y pídele que se mueva en esta área. 🙌
Mantén la sencillez: Tus oraciones no necesitan ser largas o complejas - Dios sabe lo que quieres decir. Y no te preocupes por llenar el tiempo. La oración no es una propuesta de negocios o un monólogo, es una conversación. No olvides escuchar también a Dios.
Nuestros hábitos de oración pueden variar, pero la constancia es la clave. Empieza con un par de minutos y sigue a partir de ahí. Rezar es sencillo, pero crear un hábito de oración requiere compromiso. Y merece la pena: recuerda que la oración mueve el corazón de Dios ❤️🔥
En JUCUM Núremberg, creemos en el poder de la intercesión para transformar naciones. Juntos, seamos los defensores que traen el cambio del evangelio al mundo.